Si crece en tí la luz del alba
y en tu mirada se esconden los ríos;
si juega el sol al libre albedrío
y de tu pelo vierten espumas
la calma y la quietud…
Si crece fresca y olorosa
en tu mejilla la hierba;
Sabré que eres tú…
Si en tus caderas crecen las horas
y los minutos se derriten entre quebrantos.
Si son de tus piernas prisionero el viento
y de tus pies nace la luna.
Si en tu boca se humedecen las nubes
y caen semillas de tus piedras de nácar...
Sabré que guardarás mi cuna.
Quédate esta noche, prisionera del tiempo,
entre las paredes húmedas y oscuras,
mirando crepitar las horas
en un candil sin aliento.
Quédate entre las sábanas y el silencio,
deshace en mi cama tu tímida maleta
y vierte tu lluvia sobre los campos sedientos.
Vence a los fantasmas de la noche,
juega con los miedos y el fracaso,
alienta con tu perfume la esperanza
y vence con tu beso la penunmbra,
el incesante ocaso.
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